miércoles, 25 de febrero de 2009

MIERCOLES DE CENIZA


Un pariente me dijo que esas son constumbre de los hombre, que realmente estamos haciendo mal, sera cierto? o esque en realidad no le hemos dado un verdadero significado a esta celebracion y más bien vemos lo superficial: "SE ACERCAN LAS VACACIONES!!!" todo es playa, paseo, descanso, viajes, relax, etc..... y creo que es por eso que muchas personas, como mi pariente, ven lo superficial y no ven el realidad el verdadero significado, aveces pasa con las personas que tienen poco conocimiento y estan comenzando en el crecimiento de su fe y muchas otras personas tratan de confundilas, es triste, pero es real, asi que mis hermanos aprenderemos un poco del comienzo de esta celebración, comenzando el MIERCOLES DE CENIZA



¿CUÁNDO EMPEZÓ EL MIERCOLES DE CENIZA?
Allá por el siglo IV se fijó, por fin, la duración de la Cuaresma en 40 días.

Una vez que se estableció la fecha y los días preparatorios a la Pascua de Resurrección, en los siglos siguientes, es decir, en los siglos VI-VII comenzó el ayuno cuaresmal.

Hubo sus controversias. Los cristianos pensaban que los domingos no se podía ayunar porque es y era la celebración del día del Señor.

Para evitar esta dificultad, se pensó que lo mejor era llevar el comienzo de la Cuaresma al miércoles anterior al primer domingo de cuaresma. Así quedan exactamente los cuarenta días marcados.

LA CENIZA

Una de las preguntas más frecuentes que se hace la juventud de hoy es ésta: ¿Por qué la ceniza? No entienden mucho de qué va el tema, ya que lo religioso no es – por supuesto- un índice alto de su cultura en muchos de ellos. Y pienso que conviene saber de todo.

Si uno se adentra en la Biblia, comprende pronto que la “Ceniza” es un signo de penitencia. De hecho, aunque choque a nuestra cultura actual, en los primeros siglos del Cristianismo había una fuerte tradición muy arraigada entre la gente. Se rociaba con la ceniza a los penitentes “públicos” como una señal clara del arrepentimiento de sus faltas.

Esta ceniza- conviene recordarlo y aprenderlo por si se desconoce- proviene de los ramos de olivo bendecidos el Domingo de Ramos el año anterior. Esta costumbre data nada menos que del siglo XII.

Para los penitentes- en los primeros siglos- el gesto de la ceniza simbolizaba o expresaba el camino cuaresmal de los” que querían recibir la reconciliación al final de los cuarenta días y, en concreto, el Jueves Santo”.

Iban vestidos con hábito penitencial y con la ceniza que ellos mismos se imponían en la cabeza. Era la forma clara de expresar ante el mundo que se consideraban pecadores y tenían deseos de conversión.

En el siglo XI desapareció la institución de los penitentes como grupo. Se vio la necesidad de que todos recibieran la ceniza como signo de que todos necesitaban un giro y un cambio a su vida.

HOY

La ceniza la reciben libremente los creyentes en las iglesia mediante la audición algún texto de la Biblia o bien dentro de la Misa y se pone en la frente.

¿CUÁL ES EL SIMBOLISMO DE LA CENIZA?

A nivel humano, psicológico y religioso la ceniza indica a las claras lo que todos el mundo necesita:

1) Tomar conciencia de que es un ser débil y necesita de vez en cuando hacer un alto en su vida diaria encaminada- se quiera o no se quiera- hacia el encuentro con el Señor en la Pascua a través de la muerte.

2) Quien más quien menos es consciente de sus defectos y de su condición de que no es coherente con en su conducta. Esto le conduce a mejorarse y a darle una nueva orientación a su existencia, siendo alegre para él mismo, para los otros y según el criterio de su propia fe.

3) Esta debilidad encuentra su recuperación en el hontanar de donde mana el agua limpia y la fuerza que Dios concede a todo aquel o aquella que acuden a él mediante la plegaria más frecuente en estos cuarenta días de marcha hacia la glorificación de Dios y del propio ser humano, mediante el ayuno y abstinencia el miércoles de ceniza y viernes santo, y la abstinencia todos los viernes de cuaresma. Lo hacen quienes tengan de 14 a 59 años.

Cuando se vive este tiempo especial bajo la óptica de lo religioso- en cualquier religión- entonces este símbolo de la ceniza recobra todo el esplendor que aparece en las primeras páginas de la Biblia:”Dios formó al hombre con el polvo de la tierra. Eso es lo que significa el nombre de “Adán”.

Y se le recuerda al hombre- sumido en mil negocios estresado por el trabajo: “hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho”.

Todo este proceso está permeado por dolor, el sufrimiento, la alegría y el gozo, el luto y el arrepentimiento.

Sabes, me imagino, por tus estudios, que en los monasterios de antes, cuando moría un monje o monja, se ponía a los moribundo extendidos en el suelo recubierto de con ceniza dispuesta en forma de cruz.

La ceniza se mezcla a veces con los alimentos de los ascetas y la ceniza bendita se utiliza en ritos como la consagración de una iglesia.

Como ves, el hecho de que hoy vayan tantos cristianos a recibir la ceniza en la frente, no es nada nuevo. Todo ser humano siente la necesidad de profundizar en los interrogantes de su existencia y en los motivos de por qué actúa de una u otra forma. Toda persona- alguna vez en su vida- recuerda frases como éstas:” La vida no es más que una muerte lenta”( San Agustín).

-La muerte os espera en todas partes; pero, si sois prudentes en todas partes la esperáis vosotros” (San Bernardo de Claraval).

-Aceptar con contento la muerte puede ser mejor que desearla” (Browne, sir Thomas, médico y escritor inglés).

- “La muerte sólo se presenta una vez, pero se anuncia en todos los momentos de la vida; es más cruel tenerla que sufrirla” (Jean de la Bruyère, escritor y moralista francés).

Y aunque los templos no tengan “overbooking”, hay quienes hoy al menos se acuerdan de que no son eternos.
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Hoy empezamos la Cuaresma a través de la imposición de las cenizas, un símbolo que es muy conocido para todos. La ceniza no es sino un símbolo de muerte que indica que ya no hay vida ni posibilidad de que la haya. Nosotros la vamos a imponer sobre nuestras cabezas pero no con un sentido negativo u oscuro de la vida, pues el cristiano debe ver su vida positivamente. La ceniza se convierte para nosotros al mismo tiempo en un motivo de esperanza y superación. La Cuaresma es un camino, y las cenizas sobre nuestras cabezas son el inicio de ese camino. El momento en el cual cada uno de nosotros empieza a entrar en su corazón y comienza a caminar hacia la Pascua, el encuentro pleno con Cristo.

Jesucristo nos habla en el Evangelio de algunas actitudes que podemos tener ante la vida y ante las cosas que hacemos. Cristo nos habla de cómo, cuando oramos, hacemos limosna, hacemos el bien o ayudamos a los demás, podríamos estar buscándonos a nosotros mismos, cuando lo que tendríamos que hacer es no buscarnos a nosotros mismos ni buscar lo que los hombres digan, sino entrar en nuestro interior: “Y allá tu Padre que ve en lo secreto te recompensará.”

Es Dios en nuestro corazón quien nos va a recompensar; no son los hombres, ni sus juicios, ni sus opiniones, ni lo que puedan o dejen de pensar respecto a nosotros; es Nuestro Padre que ve en lo secreto quien nos va a recompensar. Que difícil es esto para nosotros que vivimos en una sociedad en la cual la apariencia es lo que cuenta y la fama es lo que vale.
Cristo, cuando nosotros nos imponemos la ceniza en la cabeza nos dice: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres; de lo contrario no tendrán recompensa con su Padre Celestial”. ¿Qué recompensa busco yo en la vida?

La Cuaresma es una pregunta que entra en nuestro corazón para cuestionarnos precisamente esto: ¿Estoy buscando a Dios, buscando la gloria humana, estoy buscando la comprensión de los demás? ¿A quién estoy buscando?

La señal de penitencia que es la ceniza en la cabeza, se convierte para nosotros en una pregunta: ¿A quién estamos buscando? Una pregunta que tenemos que atrevernos a hacer en este camino que son los días de preparación para la Pascua; la ceniza cae sobre nuestras cabezas, pero ¿cae sobre nuestro corazón?

Esta pregunta se convierte en un impulso, en un dinamismo, en un empuje para que nuestra vida se atreva a encontrarse a sí misma y empiece a dar valor a lo que vale, dar peso a lo que tiene.

Este es el tiempo, el momento de la salvación, nos decía San Pablo. Hoy empieza un período que termina en la Pascua: La Cuaresma, el día de salvación, el día en el cual nosotros vamos a buscar dentro de nuestro corazón y a preguntarnos ¿a quién estamos buscando? Y la ceniza nos dice: quita todo y quédate con lo que vale, con lo fundamental; quédate con lo único que llena la vida de sentido. Tu Padre que ve en lo secreto, sólo Él te va a recompensar.

La Cuaresma es un camino que todo hombre y toda mujer tenemos que recorrer, no lo podemos eludir y de una forma u otra lo tenemos que caminar. Tenemos que aprender a entrar en nuestro corazón, purificarlo y cuestionarnos sobre a quién estamos buscando.

Este es le sentido de la ceniza en la cabeza; no es un rito mágico, una costumbre o una tradición. ¿De qué nos serviría manchar nuestra frente de negro si nuestro corazón no se preguntara si realmente a quien estamos buscando es a Dios? Si busco a Dios, esta Cuaresma es el momento para caminar, para buscarlo, para encontrarlo y purificar nuestro corazón.


El camino de Cuaresma va a ser purificar el corazón, quitar de él todo lo que nos aparta de Dios, todo aquello que nos hace más incomprensivos con los demás, quitar todos nuestros miedos y todas las raíces que nos impiden apegarnos a Dios y que nos hacen apegarnos a nosotros mismos. ¿Estamos dispuestos a purificar y cuestionar nuestro corazón? ¿Estamos dispuestos a encontrarnos con Nuestro Padre en nuestro interior?

Este es el significado del rito que vamos hacer dentro de unos momentos: purificar el corazón, dar valor a lo que vale y entrar dentro de nosotros mismos. Si así lo hacemos, entonces la Cuaresma que empezaremos hoy de una forma solemne, tan solemne como es el hecho de que hoy de una forma solemne, tan solemne como es el hecho de que hoy guardamos ayuno y abstinencia (para que el hambre física nos recuerde la importancia del hambre de Dios), se convertirá verdaderamente en un camino hacia Dios.

Este ha de ser el dinamismo que nos haga caminar durante la Cuaresma: hacer de las mortificaciones propias de la Cuaresma como son lo ayunos, las vigilias y demás sacrificios que podamos hacer, un recuerdo de lo que tiene que tener la persona humana, no es simplemente un hambre física sino el hambre de Dios en nuestros corazones, la sed de la vida de Dios que tiene que haber en nuestra alma, la búsqueda de Dios que tiene haber en cada instante de nuestra alma.

Que éste sea el fin de nuestro camino: tener hambre de Dios, buscarlo en lo profundo de nosotros mismos con gran sencillez. Y que al mismo tiempo, esa búsqueda y esa interiorización, se conviertan en una purificación de nuestra vida, de nuestro criterio y de nuestros comportamientos así como en un sano cuestionamiento de nuestra existencia. Permitamos que la Cuaresma entre en nuestra vida, que la ceniza llegue a nuestro corazón y que la penitencia transforme nuestras almas en almas auténticamente dispuestas a encontrarse con el Señor

AHORA BIEN..... MUCHOS PREGUNTA: ES UNA FIESTA CRISTIANA?
¡Con qué facilidad lo religioso pasa a un segundo plano para resaltar más lo profano!

Que la celebración de los carnavales, de un tiempo a esta parte, cobra un importante auge en cuanto a participación, es un hecho incuestionable. El apoyo de las autoridades educativas con tres días de vacación favorece aun más el éxito y en algunos casos a los alumnos tienen que pasar esos tiempo realizando tareas e investigaciones. Sin duda que ha conseguido con creces desplazar el protagonismo que en otros tiempos tenía la cuaresma y el propio miércoles de ceniza.

Olvidan, sobre todo los más jóvenes, que el carnaval con todo lo que pueda tener de celebración pagana, debe su existencia a la liturgia cristiana, puesto que surgió como "preparación" de la Cuaresma. Puesto que la Cuaresma suponía muchos sacrificios y penitencias era preciso aprovecharse bien antes de que comenzaran los ayunos y abstinencias que, por otra parte, se tomaban muy en serio. Muchos recordamos cómo desde el miércoles de ceniza hasta el día de Pascua se suprimían fiestas, bailes e incluso las bodas.

Sin entrar ahora a juzgar estos cambios queremos constatar con qué facilidad lo religioso pasa a un segundo plano para resaltar más lo profano. Pero no sólo con referencia a los carnavales, sino a otras muchas celebraciones.

Así, por ejemplo, podíamos preguntarnos a ver qué es lo que queda de la celebración cristiana de la Navidad en la que el centro debería ser el Misterio de Dios hecho hombre para ser sustituido ahora por otros signos más propios de la sociedad consumista: el turrón, el cava, las lucecitas y guirnaldas del árbol de navidad o el "belén" o los villancicos como simple reliquia folclórica.

Si nos fijamos en la Semana Santa observaremos cómo se está potenciando el turismo de primavera que, además de los viajes al Caribe, puede llevar incluido el turismo religioso, la Pasión del Señor como mero espectáculo.

Pero si nos centramos en algo que parece más estrictamente religioso como es la celebración de algunos sacramentos, bautismos, bodas o primeras comuniones... nos daremos cuenta que el esfuerzo e interés dedicado a la parte profana suele superar con mucho a la preocupación por la dimensión religiosa. La búsqueda del restaurante o de los trajes, amén de fotógrafos y otras chucherías, es la gran preocupación.

Por mucho que insistamos a los padres y madres de los niños de Primera Comunión que lo más importante es conocer a Jesús, participar en la Eucaristía, fomentar la comunión y solidaridad entre las personas... una gran mayoría vive obsesionada, entre otras cosas, con algo tan poco importante como es el "disfraz" que le van a poner al niño o a la niña. Feria de vanidades, desfile de modelos es con frecuencia la palabra que mejor encajaría para describir nuestras primeras comuniones. O lo que es parecido, un carnaval. Y pobre del cura que intente poner las cosas en su sitio.

Incluso algo tan especial como es un entierro puede llegar a contaminarse de esta fiebre consumista. En cierta ocasión se lamentaba alguien de que el cura les había cobrado seis mil pesetas por el entierro. Hubo quien le hizo esta observación:

-¿Cuánto vale una corona?

-El doble

-¿Qué es más importante el funeral o la corona?

No se trata ahora de reivinicaciones económicas, sino de demostrar cómo lo religioso siempre queda en un segundo plano.

Conclusión: la religión cristiana ha tenido siempre mucha influencia en la sociedad. Prueba de ello es que fiestas, vacaciones, celebraciones imporantes de la vida han sido potenciadas por el cristianismo y han adquirido un enorme arraigo. Incluso llegó a cristianizar muchas e importantes celebraciones paganas. Ahora tenemos por delante una inmensa tarea para evitar que se desvirtuen o recuperar en la medida que se está perdiendo su verdadero sentido.

Hermanos, espero que podamos celebrar esta cuaresma como se debe
MUCHAS BENDICIONES!!!



Hno. Víctor Manuel
Parroquia María Auxilio de los Cristianos
San Salvador, El Salvador
Fuente: catholic.net

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